Reconozcamos algo. Hoy en día, hablar de diferenciación es hablar de diferencias mínimas. Cuando una empresa presenta un nuevo producto, o uno "mejorado", la verdad es que las diferencias con el anterior son mínimas, o definitivamente, el nuevo producto es muy parecido a las de algún competidor, por lo que el efecto diferenciación se diluye. Podemos comunicar de manera distinta, presentar de manera distinta, hacer creer al consumidor que hay diferencia, pero tarde o temprano, el consumidor se percata de las igualdades, y empieza a exigir precios parecidos, iguales o inferiores que los del producto de la competencia. Entonces las empresas presentan el nuevo producto, para justificar un diferencial de precio que, a viva voz, no tiene razón para costar más. ¿Cuando podemos entonces cobrar más? Yo diría que en un par de situaciones: - Cuando el valor que el consumidor le asigna al producto es distinto a cualquier otro, porque existen algunas características que si son distintivas
Lo que vemos, no es la realidad, sino la percepción que creamos de la realidad. Y el trabajo del Marketing es administrar éticamente esa realidad...